La institución familiar tuvo un protagonismo singular en 2014: la ONU lo declaró Año Internacional de la Familia y el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Católica le dedicó su III Asamblea General Extraordinaria. También desde el XVI Congreso Católicos y Vida Pública. La familia siempre: desafíos y esperanza se quiso poner de relieve la situación que hoy vive tan importante institución en el ámbito social, cultural, político, económico y religioso. En sus diferentes ponencias magistrales, mesas redondas, comunicaciones o debates, se analizaron los desafíos a los que se enfrenta y se ofrecieron propuestas generadoras de esperanza. En la primera ponencia, el ex Ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, aseguró que le dan asco los motivos que hayan podido provocar la retirada del proyecto de Ley para la Protección del concebido y de los derechos de la mujer embarazada: bien porque lo haya promovido un lobby económico o porque alguien haya podido pensar que es un beneficio electoral. En la segunda, la francesa Ludovine Dutheil de La Rochère, Presidenta de La Manif pour tous, nos indicó la necesidad y la obligación que tenemos los católicos de defender nuestros principios. Y en la tercera, el ex Ministro chileno de Desarrollo Social, Bruno Baranda, nos advirtió de que el gran reto que tiene la familia en la actualidad es cumplir su misión en un mundo de cambios, de crisis y apeló a que debemos afrontarlos con valores y referentes, para lo que es necesaria una sólida formación. Como broches finales, las palabras de clausura del Presidente de la Conferencia Episcopal, el Cardenal y Arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, que agradeció la vocación del matrimonio y de la familia en la doctrina cristiana y a la vez manifestó su preocupación por el creciente proceso de desinstitucionalización del matrimonio. Y, cómo no, las comprometidas y valientes palabras del Manifiesto con que despedimos siempre estos Congresos: afirmamos que la familia es la unión y comunión de dos personas, hombre y mujer, comprometidos en el proyecto de formar un hogar donde brote el don de la vida a través de los hijos; reconocemos a la familia como la principal escuela de humanidad; denunciamos la intromisión del Estado en la educación afectivo-sexual de los niños y jóvenes, mediante la infiltración en los ámbitos educativos de la ideología de género, así como la falta de políticas familiares justas y adecuadas en nuestra sociedad, donde prima una concepción materialista que excluye de la vida social la búsqueda de los valores y dimensiones de trascendencia propias del ser humano.