«Privilegiados debemos considerarnos quienes conocemos al padre Aldo, un hombre enamorado de Cristo. [...] El padre Aldo recoge a niños y ancianos de la calle, enfermos terminales, enfermos de sida y mujeres violadas, dándoles cobijo, comida y abrigo. [...] Cuando uno conoce a Padre Aldo y ve todo lo que hizo y hace, es muy difícil no amarlo y seguir los pasos de Cristo. Oremos para que todos, como Padre Aldo, podamos mirar al necesitado con los ojos misericordiosos de Dios Padre concibiendo un mundo más humano». (Federico Franco, Presidente de Paraguay)