Como muchas mujeres, la psicoterapeuta Florence Falk pasó de estar en un matrimonio que parecía feliz, a ser una mujer divorciada, sola e insegura de sí misma. Pronto, se dio cuenta de que al aceptar su soledad como lo que era -una experiencia con el potencial de cambiar y enriquecer su vida- podría convertir lo que alguna vez fue "desolación", en una "soledad" más positiva y llena de poder. Según ella, cada una de nosotras tiene dos fuerzas interiores opuestas: una nos hace anhelar conexiones cercanas con los demás, y la otra nos empuja hacia nosotras mismas, a la necesidad de un yo único y creativo, y a la certeza de que este sólo puede ser formado en los momentos de soledad. Para ser una totalidad, debemos hacer caso de ambos impulsos. Sin embargo, en la actualidad, el primero es reforzado, mientras el otro es descuidado, incluso vilipendiado. Falk invita a todas las mujeres -a las divorciadas, las viudas, las solteras o las que tienen una pareja estable- a encontrar un sendero propio hacia su verdadero yo, para así descubrir los placeres y la riqueza de la soledad, y para conectarse con los otros por medio de un nuevo sentido de confianza en sí misma.