Will y su amigo Tupper tienen entre manos el insólito caso del espectro de Jerrold. Cuando estaba con vida, era vigilante nocturno en un museo. Por eso, su único deseo es... ¡poder dormir todas las noches! Ahora que es un fantasma, el pobre tampoco consigue un momento de paz. Y es que en su vieja casa vive la ruidosa e insoportable familia Clifford. Will acepta el curioso encargo de... ¡perder de vista a los vivos que habitan la casa del fantasma!