El advenimiento de Voltaire a la realeza moral no procede ni de la Henriade, ni de Charles XII, ni de Zaïre, ni de El siglo de Luis XIV, ni siquiera de su tragedia Mahomet; procede del momento en que se instaló en Ferney. Fue entonces cuando, renunciando a su vida puramente literaria, se convirtió al mismo tiempo en agricultor, artesano, comerciante, armador, etc.., un verdadero “rey Voltaire”. Sus grandes obras ya no serán los libros sino las acciones, y conseguirá que el género humano por entero dé un inmenso paso en el camino de la justicia y de la luz. Desde su retiro, entre las fronteras de Francia y Suiza, combatirá el fanatismo, la superstición y la injusticia, empleando todas sus fuerzas en esclarecer las condenas de Jean Calas, de Arthur Lally, del caballero de la Barre…, y dando obras como El Tratado sobre la Tolerancia, de repercusión mundial.