Esta condición de «intelectual» cualificó por mucho tiempo su obra teatral. La «deshumanización del arte» favoreció, en general, muy poco al drama. La generación de Claudio de la Torre, que dio poetas extraordinarios, miraba con cierto desdén las tentativas experimentales que se producían en el género teatral y Claudio quedó entre los que marcharon al exilio y los que se acomodaron a las exigencias de un teatro burgués y mercantil, como un autor incontaminado y estéticamente inconforme, lo cual no satisfizo el horizonte de expectación del tiempo en que le tocó vivir. En este sentido cobran validez las palabras de Dámaso Alonso, cuando se refiere a él como personaje por antonomasia de uno de sus libros, Un héroe contemporáneo, lo que define, en general, su vida y explica gran parte de su obra, entendiendo que esta alusión señala con gran exactitud un esfuerzo continuado y una dedicación plena al arte de la comunicación literaria. (De Estudio de la obra literaria de Claudio de la Torre, Juan M. Reverón Alfonso, 1991)