En una de esas raras "conjunciones de genio", París fue testigo, en las últimas décadas del siglo XIX, de las andanzas de un grupo de amigos que, hartos de ser rechazados por crítica y marchantes, abrieron su propio Salón de Pintura y pasaron a la historia como los impresionistas. Comandada por Manet -el artista-dandy que pintaba mientras atendía las tertulias de su taller-, la pandilla estaba integrada también por Cézanne, el imposible pintor de peras y manzanas por el que nadie apostaba; Monet, siempre a punto de la quiebra; Pissarro, dispuesto a perseverar en su arte aunque nadie lo comprase; Berthe Morisot, modelo y musa de Manet, gran retratista y madre entregada; Degas, Renoir, Sisley Caillbotte
Un grupo de genios cuya obra es más conocida que su vida. Como biografía conjunta, esta obra presenta al lector una historia maravillosamente investigada y narrada con especial atención al pequeño detalle y a la pincelada de color, al estilo impresionista.