Durante los años ochenta y noventa del siglo XX, en lugares en los que nadie pensaba que fuese posible la vida, los científicos descubrieron unos organismos a los que calificaron de “extremófilos”: seres que parecen estar más cómodos sumergidos en ácido que en agua; microbios que viven y florecen a unas temperaturas y unas presiones tan extremas que sus estructuras celulares tendrían lógicamente que desintegrarse; incluso organismos que se reproducen sin ADN. David Toomey nos introduce en el mundo de los investigadores que han dedicado sus carreras a la “vida extraña”, y que, al mismo tiempo que se esfuerzan en descubrir organismos cada vez más exóticos aquí en la Tierra, abren una serie de fascinantes posibilidades para el descubrimiento de otras formas de vida en el resto del universo. Porque la búsqueda de estas extrañas formas de vida abarca todo el universo, desde los respiraderos hidrotermales del fondo del océano, a más de 100 grados, hasta el permafrost marciano, los océanos de amoníaco de las lunas de Júpiter, las atmósferas ricas en hidrógeno de los planetas gigantes, los exóticos hielos de los cometas, la corteza de las estrellas de neutrones y las más remotas profundidades del espacio. Toomey estudia el trabajo de los científicos que tras constatar que estas criaturas, por extraño que parezca, existen realmente, investigan si formas de vida aún más extrañas pueden existir no solo en la Tierra, sino en el resto de los planetas del sistema solar y en todo el universo.