Vida de Pablo es, por una parte, una «novela de formación» que recupera la vivacidad y el ritmo de la literatura del siglo XVIII, pero llevada a una temática y modos narrativos completamente actuales, pasados por Beckett y las vanguardias. Por otra parte, esta novela, que mezcla varios registros que van de la picaresca a la divagación filosófica, es una exploración de los borrosos límites que separan biografía y ficción, y de las anomalías sociales que esconde nuestra cultura del bienestar. Puede leerse como la crónica generacional de una juventud condenada a la marginalidad en la industria del ocio. También como un libro que asiste con curiosidad al fenómeno del enfriamiento de la amistad. Pablo es un joven artista de una pequeña ciudad del sur de España que ha sustituido los pinceles por la barra de su bar, en la que intenta hacer su propio «arte» de la caducidad. El narrador (un jovencito poeta prepotente que malvive de pinchadiscos) decide convertirse en su biógrafo y emprende un retrato picaresco de Pablo y de los personajes que lo rodean, todos a un paso de la marginación social. Pero varias digresiones le impiden llevar a cabo su biografía, empezando por la digresión más importante: el amor. Y lo que prometía ser una novela de «drogas, sexo y rock and roll» se transforma en la narración desmitificada de un primer amor con altibajos, imperfecto.