«Soy Vicky y tengo un vestido; es un Balenciaga que heredé de Priscila. Es un vestido de novia, una obra de arte pero, como ni tengo novio, ni el más mínimo deseo de casarme, voy a venderlo.» La antigua dueña me ha puesto como condición que lo venda a una persona completamente enamorada en el plazo de un año. Y, para asegurarse de que cumplo con su voluntad, tengo que contar con la aprobación de Joaquín, el sobrino de Priscila, quien si no encuentro comprador, pasado el año, acabará heredando el vestido. Joaquín se ha flechado de mí, a pesar de que tiene una novia que se quiere casar con mi vestido y a la que yo no pienso vendérselo, porque es la mujer menos enamorada que jamás he conocido. Loca por quitármelo de encima, puesto que aún sigo con el duelo de mi última relación, pongo el vestido a la venta. Por el salón de mi casa pasan posibles compradoras capaces de todo para hacerse con el vestido, pero ninguna me convence. Y a todo esto, Joaquín cada día se enamora más y más de mí. Y yo comienzo a perder la cabeza. Y todo se enreda más y más porque, además de un vestido que no quiero, tengo una madre con un novio insoportable, Hans Soto; una exsuegra pesadísima, Apolonia; un pretendiente navegante, Juan Piamonte; unos amigos que no me dejan en paz, Marisol y Roberto; y a Joaquín, claro. Y el vestido que sigue en mi salón Y el amor que aparece a pesar de mis resistencias Y yo que ya no entiendo nada ¿Puede hacer un vestido que vuelva a creer en la magia del amor?