Este viajero profesional e incansable, que recorrió los cuatro continentes por el mero placer del viajar, desembarca en Santa Cruz de Tenerife el 17 de julio de 1879 atraído por la presencia de una población distinta, repleta de reminiscencias abo­rígenes, deseoso de captar escenarios exóticos y con los ojos siempre abiertos ante lo pintoresco y singular. Jules Leclercq hace alarde de un espíritu de observación sorprendente retratando a personajes y tipos populares cu­riosísimos, se extasía en la indagación y análisis de usos y costumbres con penetrante sentido crítico, y detiene su atención en los temas etnográficos: calles, casas, fiestas populares, actividades y oficios, indumentaria, alimentación, etc. Uno de los capítulos más apasionantes del libro es la ascensión al Teide; la descripción del panorama que contempla desde el Pico producen auténtica emoción. El doctor Rumeu de Armas considera que Leclercq es para Canarias «el primer turista y el primer escritor de turismo».