Dios, con su Palabra, nos enseña la ciencia de la cruz: «El lenguaje de la cruz es, ciertamente, un absurdo para los que van por senderos de perdición, mas para nosotros, que estamos en camino de salvación, es poder de Dios» (1 Cor 1,18). El camino de la cruz desgrana ante nosotros una pedagogía ascendente que comienza en el tribunal del procurador romano y culmina en las manos del Padre.