Este libro pone de relieve algunas dinámicas teológico-espirituales de la historia de la vida religiosa a las cuales se puede atribuir el estado en que ésta se encuentra hoy, descubriendo caminos que abren a horizontes en los que propiamente se sitúa la respuesta a Aquel que llama. Y lo hace manteniendo viva una creatividad dinámica entre el monacato antiguo y la vida religiosa en la forma que ha asumido en Occidente en el segundo milenio. El aspecto de la memoria, en efecto, es parte constitutiva de la vida religiosa, porque está, en cierto sentido, en la Iglesia, entre las realidades que tienen la memoria más amplia: desde la memoria de los desiertos en los que empezó hasta la de la parusía, de la que constituye una anticipación viviente.