Este libro cuenta una historia incómoda, la de las formas en que la interpretación de asuntos de dinero y clase fueron separando a la escritura en castellano para conver­tirla en dos: la americana y la española. El último poeta mayor del Siglo de Oro, sor Juana Inés de la Cruz, fue además la contadora general de una de las instituciones de crédito más sólidas del imperio. No es tan raro que viera los problemas del corazón más bien como asuntos de finanzas. Manuel Gutiérrez Nájera, un modernista adelantado, es el mejor testigo del nacimiento en América del grupo social que cambió el mundo a pesar de su cursilería cerval y su terror al cambio: la clase media. Y tras él, Rubén Darío: el poeta más grande. Su escritura, ¿se puede explicar también como un asunto de clase? Sor Juana y Darío son las dos puntas de un arco que fundamenta la escritura americana y le da el mito de origen que la separó de la española: el del escritor que se impuso a contracorriente de su grupo de origen social.