Con vista al año 2000, el Papa Juan Pablo II nos recuerda a todos los cristianos en su duodécima encíclica la necesidad imperiosa de llegar a la unidad, que es voluntad de Dios. Todos debemos caminar juntos por el sendero del encuentro, con el diálogo como método y el Espíritu como guía: La religión no es, ni debe ser, un pretexto de conflictos, especialmente cuando coinciden las identidades religiosas, culturales y étnicas. El diálogo ecuménico entre los cristianos es importante, puesto que lo que tenemos en común es mucho más de lo que nos divide. También l o es el acercamiento y la concordia con otras religiones, que contribuyen a mejorar la convivencia y a fomentar la tolerancia y la paz entre todos los pueblos.