«“¿Queréis tener la bondad de venir?”, decía la Virgen a Bernardita tras cada aparición. Esta discreta invitación que dirige al corazón y solicita con delicadeza una respuesta libre y generosa, María, bajo la advocación de Lourdes, nos la propone de nuevo a todos nosotros (...). Sin imponerse, nos invita a la conversión y a trabajar con todas nuestras fuerzas por la salvación del mundo y de un modo especial teniendo presentes a todas aquellas personas enfermas, bien sean corporales o de espíritu. Invoquemos a la Madre en los peligros, en las angustias, en las dudas... Si a ella seguimos, no nos desviamos; si a ella rogamos, no desesperamos; si ella nos es propicia, llegaremos a la meta».