En Heyse se fusionan las concepciones estéticas del clasicismo con los gustos de la burguesía culta y acomodada de la segunda mitad del siglo XIX; asperezas y fealdades no figuran en su mundo, completamente sereno y luminoso, tal como fue su vida. El episodio narrado, en el que aparece expuesta la vida de alguien que se declara un hombre sin personalidad es una narración cuyos méritos consisten en la forma armoniosamente cincelada, en la plasticidad, en el color. Heyse, en su concepción serena, optimista y feliz de la vida, luchó contra la joven generación del naturalismo, que trató con mucho más pesimismo la dolorosa realidad de las vicisitudes humanas. Sin embargo, él quedará como un maestro absoluto del arte narrativo, a pesar de su abundante producción.