Desde la cárcel, el teólogo Dietrich Bonhoeffer le escribía a su discípulo y amigo Eberhard Bethge sobre «una lectura no religiosa de la Biblia», «un cristianismo no religioso» y «un vivir ante Dios sin Dios». Sus afirmaciones siguen aguijoneando e interrogando el pensamiento teológico y pastoral. Podemos entender la religión como un conjunto de actos de culto, observancias rituales o preceptos que hay que cumplir o dogmas en los que hay que creer para alabar a Dios y alcanzar la salvación. Pero ¿se alaba a Dios observando meticulosamente el culto y las leyes religiosas o comprometiéndose con la lucha por la justicia para que todos los hombres tengan la misma dignidad y oportunidades económicas? En una homilía de diciembre de 1977, el obispo Oscar Romero declaraba: «Una religión de misas dominicales, pero de semanas injustas, no le agrada al Señor; una religión en la que se reza mucho, pero no se denuncian las injusticias, no es cristiana».