En cuanto misterio, el ser humano nunca puede ser ?definido?. Sin embargo, hay un camino que nos permite hablar del hombre, el camino que Dios mismo ha escogido para revelarnos quiénes somos: el Hijo, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Este libro ha escogido, pues, la mejor manera para hablarnos del ser humano: partir de Cristo, de la resurrección, para hablar del hombre, del cuerpo resucitado. Si no se tiene en cuenta la fe en la resurrección, se tropieza con la cuestión del cuerpo y, por tanto, no se garantiza la unidad de lo que es el hombre. El cuerpo resucitado de Cristo es un cuerpo que pertenece a la naturaleza creada, sin embargo, existe a la manera de lo increado, es decir, libre en relación con toda necesidad natural. Así, nuestra carne no retornará a la nada, sino que, resucitada en Cristo, emergerá del mundo y el mundo se revelará como carne de Dios, ?para que Dios sea todo en todos? (1Cor 15,28).