Un paseo en noviembre de 1983 por el pueblo destruido, inundado y destapado después de dieciséis años, sirve de hilo conductor para rememorar personas y caminos que ya no existen, anécdotas y experiencias del autor durante los primeros quince años de su vida en Vegamián, uno de los ocho pueblos desaparecidos con motivo del pantano del Porma (1968). También desaparecieron Armada, Campillo, Ferreras, Lodares, Quintanilla, Utrero y Camposolillo; el caserío de éstos dos últimos quedaba en los márgenes del lago, pero sus principales pastos y tierras de cultivo cubiertos.