El derecho individual a poseer armas de guerra fue considerado parte inalienable de la libertad individual en ámbitos tan diversos como los pueblos ibéricos prerromanos, la polis griega clásica o el mundo de los caballeros en la Alta Edad Media europea. Este modelo de pensamiento contrasta con los intentos de los Estados territoriales o imperiales de todos los períodos por controlarlas, o al menos impedir la difusión de las armas consideradas supuestamente decisivas de alta tecnología: el carro de guerra de la Edad del Bronce, las catapultas o torres de asedio helenísticas, el fuego griego bizantino, o la primera artillería de pólvora en los reinos de Europa occidental en el siglo XIV. Las prohibiciones a la exportación de tecnología militar se legislaron ya en Roma y Bizancio, mientras que los problemas éticos asociados al uso de determinadas armas preocuparon tanto a Polibio o Plutarco como a Miguel de Cervantes. La prohibición de determinados tipos de armas, el control de su exportación a posibles enemigos, e incluso el debate sobre el derecho a poseer y almacenar armas por parte de los ciudadanos en sus domicilios, son temas de rabiosa actualidad. Pero todas estas cuestiones, relacionadas con los intentos del poder para controlar la fabricación, difusión y empleo de las armas de guerra, se plantearon también en la Antigüedad y en la Edad Media. Es posible apreciar la existencia de modelos diferentes que coexistieron en el tiempo, y que se asocian a concepciones del poder y ejercicio del gobierno muy diferentes. En la mentalidad arcaica, cada hombre libre consideraba la posesión individual de armas como símbolo indiscutible de su estatus social, ideología y simbolismo que ha perdurado en grupos tan distintos como los sij de la India o los miembros de la National Rifle Association estadounidense. En el modelo que se puede caracterizar como despótico, más propio de gobiernos unipersonales, el Estado tendía a reservarse el control de la fabricación, almacenamiento y distribución de las armas: el caso del fuego griego sería un buen ejemplo. Este modelo es el que han adoptado la mayoría de los estados democráticos modernos. Este libro analiza los problemas de la producción y control del armamento desde los arsenales faraónicos hasta el nacimiento de la artillería de pólvora y el desarrollo del Estado absolutista en la Edad Moderna, utilizando una gran variedad de fuentes documentales, iconográficas y arqueológicas.