De las estaciones balnearias y los estudios que ponían de relieve las importantes propiedades terapéuticas del baño de mar al nacimiento de los polémicos chiringuitos, la utilización del litoral como escenario turístico ha evolucionado hacia una nueva manera de entender el tiempo de ocio que marcó el desarrollo urbanístico experimentado en la costa Desde los años sesenta del s. XX el turismo dejó de ser minoritario y apareció como fenómeno el turismo de masas. Se construyeron entonces la mayor parte de las edificaciones turísticas, convirtiéndose en muy poco tiempo en el sector económico más importante y uno de los más activos, no sólo de Andalucía, sino de todo el país. Un sector que permitió el enriquecimiento de ciudades y pueblos que hasta entonces no habían sido favorecidas en el desarrollo nacional. Gracias a esta industria, el tiempo de ocio empezó a entenderse como disfrute personal y la arquitectura respondió con una serie de características propias capaces de cumplir este objetivo. El modelo turístico impuesto por la planificación de los setenta desembocó en la “controlada desorganización” de un crecimiento urbano cada vez más extendido. De manera particular, la Costa del Sol sufrió intensas “mutaciones” en todos sus elementos territoriales, convirtiéndose en un espacio caracterizado por su ocupación a impulsos y la mono-tematización de la oferta turística. Como consecuencia, el uso indiscriminado del suelo como recurso derivó en acusados problemas, a los que de inmediato se intentó poner freno con un ejercicio de control y solapamiento de normativas que en poco tiempo quedaron anuladas por ineficaces. Paradójicamente, la dinámica de ocupación del territorio se convirtió en un fenómeno estudiado por diversas disciplinas que intentaron racionalizar un proceso descontrolado en apariencia. La reciente recuperación patrimonial que está experimentando el urbanismo y la arquitectura del turismo en la Costa del Sol es un ejercicio que debe realizarse desde el conocimiento y comprensión de un tejido arquitectónico y proyectual amplio, complejo y de matices diversos. Debemos por tanto atender a las distintas miradas que la Historia nos ofrece para comprender también aquellos mecanismos que favorecieron el desarrollo de una arquitectura inmediata, funcional y quizás de menor valor intrínseco, pero que representa un documento construido de nuestro patrimonio.