Antes de cada liturgia eucarística, la Iglesia nos propone la liturgia de la Palabra de Dios. Nos invita a meditar textos del Antiguo y del Nuevo Testamento para hacer nuestra esta Palabra. Para ello nos es necesario tener guías: son los predicadores que, como el padre Le Guillou, OP, se ocultan detrás de la Palabra para que resplandezca, según las fiestas litúrgicas. Somos invitados a meditarla y nuestra libertad es provocada a comprometer todo nuestro ser con el misterio de Dios. Ojalá que estas homilías, que conservan la naturalidad del lenguaje oral, a menudo impactantes para sus oyentes, puedan tocar a aquellos que las leerán y unir- los en su deseo de encontrar a Dios» (MADRE MARIE-AGNÈS).