La Edad Media, vista en su conjunto, no es una época rural ni iletrada ni oscura. Es un perido urbano, culto y más claro de lo que puede parecer. La irrupción del cristianismo, el papel desempeñado por los padres de la Iglesia, también de muchos obispos, el monacato y las catedrales, las universidades, los burgos y el comercio fueron decisivos en la construcción del orden medieval. Fue la época de los castillo y las fortalezas, de las murallas, de los recintos cenobíticos y los claustros, de los copipstas, de las gremios y banqueros, de las autoridades y, finalmente de los artistas con identidad genuina y singularmente propia.