En contra de lo que algunos creen, el niño es un buen paciente. Acepta con entusiasmo la ayuda eficaz, y su versatilidad hace sumamente sencillo el cambio de conducta. Sólo hay que salvar dos obstáculos: obtener su confianza y convertir a los padres en aliados terapéuticos. A lo largo del libro se van desgranando estrategias útiles para conseguir esas metas y se hace de una manera concreta, analizando casos reales en los que concurren las dificultades más habituales. No se trata de una ayuda teórica, sino práctica, empírica, donde la realidad aparece con sus dificultades concretas y el terapeuta muestra sus estrategias o argucias para salvarlas. Se pretende orientar al terapeuta para que desarrolle su ejercicio profesional con la seguridad que aporta la experiencia de otros profesionales, y para que sepa desenvolverse en el campo donde interviene.