Los sermones de san Zenón, obispo de Verona entre 360 y 380 aproximadamente, están redactados con fuerza y elegancia y revelan su fuerte personalidad y el carácter apasionado de un pastor preocupado por alimentar a sus fieles con la auténtica doctrina de Cristo. Era hombre culto, conocedor de los escritores eclesiásticos, sobre todo latinos, y familiarizado con los clásicos paganos; sus conocimientos, por lo demás –sin olvidar la filosofía– se extendían también a otros ámbitos muy diversos. A la riqueza doctrinal que ofrecen sus 94 tratados, tanto en el ámbito dogmático como en el de la teología moral, se añade la singular importancia que adquieren los sacramentos de la iniciación cristiana.