«En palabras de Esquilo,‘estamos obligados a padecer la verdad’. La tragedia es someterse a un sufrimiento que puede conducir a la experiencia de una verdad que no es ni contemplativa (o sea, filosófica) ni determinista (es decir, científica), sino que surge de una experiencia visceral de los conflictos endémicos de la acción humana, conflictos que afrontamos personal y políticamente en nuestro día a día».