«Mi corazón está preparado para recibir a todos los seres.» Esta frase del místico murciano del siglo XIII Ibn Arabi resume a la perfección la tesis central de este libro: el islam es capaz de acoger –en el sentido de asumir con actitud amistosa– cualquier sistema de ideas, instituciones o prácticas sociales sin violentar sus principios. Y ello a partir del propio mensaje coránico. Mustapha Chérif muestra que en la dinámica apertura-cierre (a las grandes líneas de la evolución material y espiritual de la humanidad) el islam se decanta, tanto en sus principios como en su tradición, por la primera categoría, que sería lo esencial frente a lo coyuntural de la cerrazón, el fanatismo y la intransigencia; por eso no hay contradicción entre islam y democracia, islam y desarrollo, islam y razón, aspectos en los que Chérif entronca con la tradición de la Nahda y que conjuga con un profundo conocimiento de la filosofía contemporánea, particularmente la francesa. Ello situaría al islam en las antípodas de conceptos como el de «choque de las civilizaciones» y como merecedor de un respeto que las políticas neocoloniales desmienten.