El Extremo Oriente siempre fue para España lugar de gran atracción. Con el descubrimiento del Nuevo Mundo e impulsados por el deseo de nuevas conquistas, se despertó en toda la nación el hambre de nuevas gestas y ocupaciones de tierras lejanas. Nuestro siglo de oro no solo lo fue para los conquistadores, también la Iglesia colaboró de forma especial, sintiendo el deseo de llevar a todas partes la luz del Evangelio. La labor que ejercieron los misioneros fue de suma importancia, pues ellos impulsados por la fuerza del Espíritu, fueron evangelizando, humanizando y culturizando, aquellos lugares alejados y conquistados por España.