La cordura es cierto acorde en el juicio, compuesto a partir de recuerdos esenciales y de acuerdos prácticos para la existencia, y que cabe definir como la variable capacidad de realidad que tienen los sujetos y las distintas versiones del mundo y de sí mismos en las que viven los hombres. Tales versiones, constituidas por las diversas tradiciones culturales y, en su seno, por las múltiples concepciones de lo real, tienen la morfología de la red de capacidades o hábitos de la realidad que, con una expresión de Tocqueville, merecen llamarse porque forman la trama y la densidad de la intimidad humana. La paternidad y la filiación, el destino, la libertad y la vocación, el duelo, la memoria y la muerte, el pudor, la erótica y las relaciones sexuales, la hospitalidad y el cuidado, las celebraciones y los bailes, la culpa, el rencor y el perdón, la admiración y, por último, la esperanza, son algunos de los hábitos del corazón que se estudian en la medida en que nos dejan habitar y configurar simultáneamente el mundo y nuestra condición de humanos. Pero tales hábitos forman parte, además, de los supuestos que habilitan el conocimiento de lo real. Pensar que nuestra posición cognitiva ante el mundo y ante nosotros mismos es indiferente a nuestra comprensión vital de las relaciones paterno-filiales o de las relaciones sexuales, la muerte, el alcance del perdón o la esperanza es, sencillamente, negligente por escasez de pensamiento y de la experiencia de sí mismo y de los otros que solemos llamar humanidad. Tanto la pretendida suficiencia de la razón exenta, como su desautorización por encubrimiento de supuestos, eluden lo crucial: que lo que damos por real es más bien una modalidad de la presencia humana en el mundo habilitada desde la intimidad y sus hábitos, de los que dependen nuestra mayor o menor capacidad de realidad. El estudio de alguno de tales hábitos del corazón, expuesto mediante grandes tópicos de la cultura occidental, nos puede hacer reparar no ya en la cordura entendida como capacidad de realidad, sino en la ineptitud de la razón pura y de su crítica mediante la sospecha para abordar la exploración comprensiva de vastas áreas de la experiencia humana.