Si por fatalidad o convicción me quedase durante veinte años encerrado en una cueva, muchas serían las conductas humanas que no entendería a mi regreso a la ciudad. Por citar una: al observar personas mandando mensajes por sus teléfonos móviles, diría: «¿Qué hace esta gente apretando con el pulgar esos aparatos?» No sé realmente si me pondría a tono con la sociedad con rapidez, de modo gradual o nunca, pero sé que una excelente ayuda para volver a ser un hombre de mi tiempo sería leer este libro. Ferdinand von Höltz