Es la primera vez que en el «Synodicon hispanum» se edita un sínodo que estuvo presidido por un santo canonizado, como es el caso del sínodo que en Valencia celebró santo Tomás de Villanueva en 1548. Y es también la primera vez que se edita el sínodo de un obispo cardenal, que antes había sido General de su Orden, como es el caso del sínodo que en Sigüenza celebró García de Loaisa el 30 de septiembre de 1533, quien había sido General de la Orden de Predicadores (1518-1523). Sin embargo nada verdaderamente especial y totalmente distinto contiene ninguno de estos dos sínodos, ni siquiera en el del santo arzobispo, lo cual significa que los restantes sínodos del volumen y de toda la colección son tan importantes y valiosos, con sus respectivas normas, como lo son estos dos, que resultan ser más llamativos por sus autores. Hay en este volumen un elevado número de sínodos, muchos de ellos de los siglos XIII y XIV, pero la mayor parte de sus páginas contienen el texto de tres sínodos de Osma, los sínodos de los años 1444, 1511 y 1536, con la particularidad de que una notable parte de esta legislación de Osma pasó al sínodo de Canarias de 1514, como ya se destacó en el volumen precedente al editar los sínodos de Canarias.