El sueño con Michael debe terminar, pero María necesita seguir soñando para seguir viviendo. María ha ido cambiando, la domina la tristeza y la desesperanza. Le es cada vez más difícil sustraerse a la realidad; ya no puede seguir soñando que es joven, ni seguir imaginando el amor perfecto de Michael, y así, su historia de amor se va convirtiendo en una desoladora historia de abandono. Pero aparece Josh: el perfecto amigo, siempre en la sombra, siempre enamorado de ella, para suplir su necesidad de amor. María ha trasladado todos los sentimientos que acumuló en el primer sueño a este segundo, y se resiste a sustituir a Michael. Comienza entonces una dolorosa lucha interior entre lo que tuvo y lo que puede tener o llegar a tener, que se convierte en profunda tristeza cuando Josh consigue enamorarla realmente. El sueño es sentimiento puro, en una mezcla constante y equilibrada de tristeza y amor.