«Si quieres triunfar, gestiona bien tu talento. Déjate ver en la calle, que la gente piense de ti que eres un hombre cercano. Si en público te preguntan y no sabes contestar, usa buenas palabras. La retórica te será de ayuda cuando no sepas qué decir...», Breviario de Campaña Electoral, de Quinto Tulio Cicerón. «El dinero no huele, todo vale para llenar las arcas públicas. Así que, todos a pagar impuestos. Incluso por usar letrinas…», Vespasiano, de Suetonio. «Maldito seáis, tú y tus secuaces. Eres una vergüenza para el país. ¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia? Lárgate ya, y limpia esta ciudad de tus vicios y corruptelas…», Catilinaria, de Cicerón. Los gigantes fueron expulsados del Olimpo por culpa de su ambición. Querían igualarse a los dioses y regir el destino del mundo. Hoy dan forma al mundo nuevos titanes que modifican las ciudades. Ellos son los arquitectos; y sus obras, rascacielos que aspiran a llegar al cielo. Cicerón aconsejaba a su hermano cómo ganar las elecciones. Y pronunció en el Senado un discurso furibundo contra Catilina. Da igual cómo se llamara ese maldito corrupto, hoy podríamos darle cualquier otro nombre de los que oímos todos los días. A través del túnel del tiempo, heredamos lo que hicieron nuestros ancestros. Somos lo que sabemos. Sabiendo de dónde venimos, sabremos quiénes somos. Nuestro Mundo Clásico se desliza en silencio por estas páginas llenas de imágenes que hablan por sí mismas.