Desde antiguo un peligro acecha a la teoría del conocimiento. Si el problema fundamental de esta disciplina filosófica es el «conocimiento» del conocimiento, ¿cómo llevar a cabo esta tarea sin suponer o utilizar aquello cuya esencia se pretende esclarecer? ¿No cae el mismo conocimiento que llevamos a cabo en el desarrollo de esta disciplina dentro del ámbito de lo que hemos de investigar? Este libro constituye un ejemplo de reflexión filosófica genuina, animada por el espíritu de vuelta a las cosas mismas que caracterizó a la fenomenología y que inspiró la obra toda de Roman Ingarden.