La habilidad para aprender, desaprender y reaprender es crucial en un mundo en constante cambio y desarrollo. En este libro se trata de comprender las conexiones entre el aprendizaje de alumnos, profesores y líderes pedagógicos, y la creación de comunidades de aprendizaje que se dirigen y motivan a sí mismas y que cuentan con la capacidad de mantener su aprendizaje. Aquí se argumenta que es la capacidad interna de las escuelas la que alimenta el aprendizaje y se examinan las maneras en que estudiantes, profesores, padres, consejeros escolares y responsables políticos pueden ayudar a aumentar la capacidad de convertir las escuelas en comunidades de aprendizaje. En los siete capítulos que lo componen, los autores han seguido un formato similar, con la inclusión de sugerencias de “aprendizaje” para los distintos aprendices, prestando atención a las influencias que tienen, ofreciendo sugerencias sobre cómo puede mejorarse el aprendizaje de los diferentes aprendices, apuntando consideraciones acerca de las cuestiones temporales y planteando respuestas a la pregunta “¿Cuáles son las implicaciones para la escuela?”. Cada capítulo puede leerse por separado, pero la relevancia y la interconexión procede del conjunto.