Aunque Sir Nigel apareció posteriormente a La Compañía Blanca (primera de sus obras dedicada a este personaje -El Club Diógenes num. 28), Conan Doyle nos hace retroceder en el tiempo y nos sitúa en la juventud y años de aprendizaje de Sir Nigel Loring, cuando su cabeza bullía enfebrecida con las hazañas de los grandes caballeros y deseaba para sí ganar fortuna y honra en memorables hechos de armas. Conan Doyle, que consideraba -con razón- sus novelas históricas como su mejor producción literaria, estaba muy pendiente de dotar a sus narraciones de un tono realista que se separara de los estereotipos románticos de sus predecesores. Siempre ameno -siempre subyugante-, Conan Doyle nos traslada al brumoso corazón de la Edad Media, a los escenarios magníficos de las grandes batallas terrestres y marítimas, de los asedios, de los duelos, de la crueldad irracional de los hombres, a través de descripciones precisas donde espera siempre la intriga y la aventura.