¡Cómo nos enriquecen las palabras cargadas de grandeza, de intensidad y de genio en estos tiempos en los que la mayoría de los discursos se convierten en simples voces huecas o en una loa dedicada al sin-sentido! ¡Qué tremenda suerte es descubrir en medio de las crisis, los desconciertos y las logomaquias a seres que suelen aparecer sólo una vez por cada generación para arrojar un rayo de luz sobre la Humanidad! ¡Qué difícil es encontrarte con alguien en el que el arte se identifique con la vida y la vida con el arte! Alfonso Vallejo es uno de ellos. Alfonso Vallejo escribe como es, pinta como es, diagnostica y atiende como es. Su profesión y su creación están unidas a su piel, son el oxígeno que respira, el pan que come, el ojo clínico que descubre la realidad nada más contemplarla