Una época como la nuestra exige a la vez, para salir de su desasosiego, un Marx «superado desde el interior» por Platón, y un Platón que hubiera «integrado» a Marx. Hasta en su llamada a una santidad nueva, Simone Weil busca el nivel de combinación conveniente del ideal -«tan irrealizable como el sueño, pero, a diferencia d el sueño, tiene relación con la realidad»- con lo que exigen las condiciones de nuestra existencia en este mundo: «Hoy en día todavía no es nada ser un santo, es precisa la santidad que el momento presente exige, una santidad nueva, también ella sin precedente». Simone Weil es, y lo sigue siendo hasta en su periodo espiritual, una filósofa del desgarramiento en busca de mediaciones, una pensadora a la búsqueda de medida y equilibrio, que no retrocede ante lo que hay de violento en las contradicciones que tiran hacia lo alto. Si hay una oportunidad de acercarse a algo real, en este mundo o fuera del mundo, esa oportunidad no se puede conceder más que a aquellos que asumen el riesgo, tanto en el pensamiento como en la acción, de exponerse. Simone Weil asumió siempre ese riesgo.