Consta este curioso librito, publicado en época de sequía venatoria, de cinco partes bien diferenciadas: I. La caza, sus hombres, monteros de a caballo y a pie, ballestereos (y arcabuceros), mozos de traílla y ojeadores: sus condiciones y caracteres. II. El campo, el tiempo, vientos y señales; estas dos últimas de lo más minucioso para proteger a sus regios señores. III. Caza de aves (codornices, perdices, faisanes, garzas, grullas, águilas, alcotanes, búhos, cornejas, quebrantahuesos y demás piezas minúsculas: agachadizas, avefrías, zorzales, mirlos, abejarucos y vencejos). IV. Animales térreos: cazas del ciervo, gamo, corzo, lobo e incluso oso. V. Las batidas, organización primordial de las cacerías reales, largas y «minuciosamente premeditadas» según aprecia Ortega y Gasset, con la participación y concurso de los aldeanos.