Más allá del mero entretenimiento, las series de televisión se han convertido en el gran fenómeno de masas del nuevo milenio. Originales, desvergonzadas, divertidas, trágicas o simplemente descacharrantes, se han apoderado de nuestras salas de estar para convertirse en el gran espectáculo de nuestras vidas. No en vano, por mucho que se peleen las grandes cadenas por la retransmisión de tal o cual evento deportivo, si no tuviesen ni una sola serie en su parrilla, hace tiempo que habrían desaparecido del mapa. Y por mucho que pese a ciertos espectadores o profesionales recalcitrantes, hemos de reconocer que los estadounidenses dominan el medio audiovisual a la perfección. Series como Dallas, Colombo, Friends, Expediente X o Los Simpsons no sólo nos han hecho pasar un buen rato, sino que han llegado a convertirse en parte de nuestra vida. Y, más recientemente, personajes como House, Earl o Tony Soprano, o series como Numb3rs, Héroes, Medium o Roma han hecho que dejemos de pensar -aunque sólo sea por un tiempo- en el tópico de la televisión como «caja tonta».