Nadie mejor que Eugenio Noel para entender el eclecticismo que invade a Sevilla. Desde el frenesí de una ciudad donde el barroco va impregnado en la piel, hasta la propia contradicción que sume al sevillano en la paradoja de amarla y odiarla al mismo tiempo. Sevilla es un nombre evocador; Sevilla, en los días litúrgicos de la Semana Santa, es la Meca de los peregrinos del asombro. ¿Quién no ha oído celebrar esos siete días sevillanos que empiezan por un funeral y terminan en una orgía? ¿Y quién no ha pensado cómo puede toda la ciudad, y una ciudad tan grande, interesarse en la comedia sagrada hasta vivir sólo para ella y sacrificarla lo que un andaluz no abandona ni declina jamás: su personalidad...? Lo que mueva su espíritu a intervenir en el drama de la Pasión de Jesús tiene que ser profundo sentimiento religioso, masculina exaltación de la justicia o cualquiera otra vigorosa réplica a su temperamento, pasivo por naturaleza y zumbón por gracia, poco dado, en su hábito de ironía y siesta, a intervenciones efectivas en los dominios del espíritu puro, de la redención abstracta. Así define el autor a una ciudad que, a pesar y gracias a sus contradicciones, le cautivó profundamente. Semana Santa en Sevilla es una obra de imprescindible lectura para comprender la visión de la preocupación regeneradora de España que atravesó los paradójicos caminos de lo superficial frente a lo trascendente, de lo costumbrista frente a las vanguardias, de los toros y el flamenco frente a la miseria
Eugenio Noel definido por Bergamín como «un escritor de indudable talento y nobles propósitos, hombre de origen humilde, del que se enorgullecía justamente, pues alcanzó notoriedad merecida por su estudio y esfuerzo» quedó eclipsado incomprensiblemente en su época. De ahí la justicia de reeditar su obra para acercarnos a contextualizar lo que somos y lo que hemos sido.