Escritoras escocesas en la nueva literatura nacional analiza la obra de algunas autoras que han contribuido a expandir los límites culturales de la nación. Viven en Escocia, pero también fuera de sus fronteras o tienen orígenes étnicos y culturales que las sitúan en un intersticio identitario. Tratan la diferencia sexual o religiosa, como Jackie Kay y Leila Aboulela, o explícitamente el papel de la mujer en Escocia, como Janice Galloway y Liz Lochhead. Reescriben la historia nacional con pulso firme, revaluando, en el caso de Ali Smith, la compleja relación entre Escocia e Inglaterra e interrogando, como hacen Maud Sulter y Gerrie Fellows, el pasado imperial británico. Otras, como A.L. Kennedy, Kathleen Jamie y Carol Ann Duffy, reflejan en su escritura el posible solapamiento de diferentes identidades nacionales, culturales, de género o clase, mediante un examen filosófico y emocional de la experiencia humana que va más allá de los límites geográficos.
«El primer cuento, el amo de la casa; cuentos hasta el alba, el forastero», reza un proverbio que ilustra hasta qué punto la narración de historias era algo fundamental para la sociedad gaélica que floreció durante siglos en las Tierras Altas escocesas. A finales del siglo XVIII, los grandes terratenientes locales asestaron un golpe fatal a esta cultura al expulsar masivamente a los campesinos de las tierras que habían cultivado durante generaciones. En esos tiempos revueltos, el abogado J. F. Campbell, tras descubrir su pasión por los cuentos, reclutó a un variopinto grupo de colaboradores (que comprendía desde maestros y clérigos hasta un guardabosque) y, con su ayuda, creó un archivo de literatura tradicional único en su tiempo. Los 55 relatos de este libro son una pequeña muestra de este tesoro: cuentos de gigantes y ogros, historias épicas de reyes y guerreros, leyendas sobre la comunidad secreta de los sídhe, sin faltar los cuentos de animales o las desternillantes aventuras de pícaros y embaucadores.
Se presentan en este volumen cinco historias que tienen como escenario dramático las sombrías tierras de Escocia, patria del más emblemático escritor de aventuras del mundo anglosajón. El ladrón de cadáveres se centra en los sórdidos días del desarrollo de la Anatomía como ciencia, cuando las aulas debían estar bien abastecidas de cadáveres, y criminales sin escrúpulos se las ingeniaban para saquear cementerios e incluso suministrar carne «más fresca». Janet la torcida es una historia de brujería y posesión, y narra el acoso a que es sometido un severo párroco de un pueblo de Escocia anclado en las viejas supersticiones. En Los Hombres Dichosos, Stevenson sitúa la acción en las escabrosas costas del norte de Escocia, y nos cuenta la búsqueda del tesoro de un galeón español naufragado, cuyo guardián es ahora el proceloso mar, que aparece aquí como verdadera fuerza del infierno. El sótano de la plaga transcurre en los años de la insurrección de los «covenanters» escoceses, en una atmósfera opresiva que nos lleva hasta un sótano donde habita un mal de naturaleza innombrable. Por último, en El pabellón de los Links nos hace asistir al asedio de una mansión en la cual se ha refugiado un comerciante perseguido por los carbonari italianos, que le reclaman una cuantiosa suma.