Fernando de Magallanes (1480 - 1521), exiliado portugués en España, convenció al rey Carlos I de lo que parecía un proyecto descabellado: dar la vuelta al mundo del este al oeste. Las crónicas de la época denominaron a este viaje "La gesta más maravillosa de la historia". Esta osada propuesta se convirtió en el referente principal de todas las grandes hazañas posteriores. Zweig relata, con su maestría narrativa, la biografía de este personaje cuya maravillosa aventura comenzó en agosto de 1519, cuando se puso al frente de una expedición compuesta por cinco barcos y 250 hombres, con la intención de explorar los mares y las tierras que separaban Asia de un nuevo continente descubierto unos años antes por Colón: América. Tres años después solo algunos marineros regresaron a puerto haciendo realidad "la gesta más maravillosa" en la historia de la navegación.
María Antonieta es una magnífica biografía ajustada a las fuentes históricas. La genial interpretación del personaje y del ambiente de la época debe tanto a la gran penetración psicológica de Stefan Zweig y a su poderosa intuición poética, como a la fidedigna documentación de que se sirvió. Esto es lo que da densidad y emoción humanas al libro. El dramático fin de la reina María Antonieta la convirtió en uno de los personajes más controvertidos del período de la Revolución francesa. Leyendo este magistral libro, uno se siente transportado al París del siglo XVIII, donde mientras se gestaba la Revolución Francesa, María Antonieta, rodeada de sus cortesanos preferidos, se escapaba de la corte de Versalles para vivir en su pequeño y exclusivo castillo de Trianon, rodeado del pueblecito campesino que se hizo construir en los inmensos jardines del palacio. Más adelante, podemos vivir de cerca, de la mano de Stefan Zweig, los días de la revolución y la caída en desgracia de Maria Antonieta y su familia, hasta que fue decapitada en la guillotina.
«Mis tres vidas» era el título original que Zweig había pensado para su célebre (y celebrada) autobiografía El mundo de ayer. Tres son, en efecto, las grandes etapas en la azarosa existencia del escritor austríaco: los años de aprendizaje en la vibrante Viena finisecular y los posteriores de ascenso en el escalafón literario, un tiempo dedicado a los largos viajes y las apremiantes ambiciones que concluye bruscamente con el estallido de la Primera Guerra Mundial; los dos decenios de trabajo constante, éxito popular y brillo mundano que vive con su primera esposa en una no siempre plácida mansión de Salzburgo; y, finalmente, el período de la pavorosa catástrofe que lo condujo al exilio y luego al suicidio. Para relatar la compleja y apasionante vida de Stefan Zweig, Oliver Matuschek ha llevado a cabo una meticulosa investigación basada en los materiales más diversos, entre ellos muchos textos (cartas y otros documentos) hasta ahora inaccesibles o desconocidos. Con un rigor erudito siempre aliviado por la agilidad narrativa consigue recrear el fascinante itinerario vital de un personaje adorado en su época y, sin embargo, destruido por la ferocidad emboscada dentro de la cultura que lo había llevado a los pies del Olimpo. Zweig fue un semidiós demasiado humano que acabó sus días en una pequeña ciudad de Brasil cuando percibe que todo su presente es un ayer desmoronado. «Los hombres de bien deberían meditar sobre la responsabilidad y la vergüenza de una civilización capaz de crear un mundo donde Stefan Zweig no ha podido vivir.» André Maurois Oliver Matuschek es autor de numerosos documentales sobre temas históricos y políticos. Entre los años 2000 y 2004 trabajó en el Museo Herzog Anton Ulrich de Brunswick; también ha realizado importantes investigaciones en Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña, Austria y Suiza. En 2005 publicó la obra Ich Kenn den Zauber der Schrift: Katalog und Geschichte de Autographensammlung Stefan Zweig [Conozco la magia de la letra: catálogo e historia de la colección de autógrafos de Stefan Zweig (2005)].
Las novelas de Zweig han ido tomando un lugar de privilegio en el imaginario de diversas generaciones de lectores. Sus novelas, en las que hace muestra de una especial elegancia de estilo, así como de una singular pericia y delicadeza en la descripción de los sentimientos, nos seducen desde las primeras líneas, motivo por el cual han sido enormemente populares. En el presente volumen se recogen todas ellas, tanto las más extensas como las nouvelles que le dieron gran fama, y que siguen fascinando a sus lectores con la fuerza del primer día.
Publicado en 1941, Brasil, país de futuro parece un libro recién terminado. Zweig escribió tanto sobre aquella tierra que parecía haber nacido allí, evocando con gran precisión los detalles y entresijos de la historia, economía, y cultura brasileñas, así como el desarrollo de sus principales ciudades. Con su habitual destreza y sensibilidad, echó mano de sus vivencias e impresiones personales para retratar una vasta, atrayente y fértil tierra con inmensos recursos y una historia carente de grandes guerras, lejos del derrumbe de la civilización europea que le obligaron a exiliarse en tierras latinoamericanas. Brasil, país de futuro es un lectura muy recomendable para viajeros de salón, para estudiantes de geografía y estudios americanos, así como para todos aquellos interesados en la riqueza de la historia, cultura y sociedad brasileñas. En él queda plasmada la belleza intacta del interior, el vibrante crecimiento y desarrollo de las áreas urbanas, y la visión de un lugar casi utópico, aparentemente a salvo de los males del mundo moderno y que ofrecía un gratificante refugio frente a las hostilidades globales.
Stefan Zweig pone de relieve las cualidades que le han convertido en uno de los autores más apreciados por todos los públicos: humanidad, ternura, dramatismo y apasionante interés. Carta de desconocida es una de sus mejores novelas. Este volumen contiene además dos novelas cortas, Leporella y El refugiado, del prestigioso escritor austriaco.
Hölderlin, Kleist, Nietzsche, tres personajes extraordinarios por los que Stefan Zweig, como psicólogo por pasión, creador por voluntad creadora sentía un profundo apego. Su inquietud vital los aleja de la contención de Goethe decidido a autoconstruirs
Richard Friedenthal, editor y gran amigo de Stefan Zweig, reunió, en "El legado de Europa", aquellos ensayos en que el escritor austríaco rinde homenaje a los artistas que supieron expresar la esencia de la conciencia común europea. Tras la fragmentación de esa patria compartida que fue Europa, Zweig la reconstruyó en el único mundo que le era posible, el del espíritu. En esta reconstrucción le ayudaron aquellos autores que fueron sus compañeros de viaje: Montaigne, Chateaubriand, Wassermann, Rilke, Roth... Artistas y amigos que, a modo de herencia, nos lega para inmortalizarlos en el tiempo, para que permanezcan imperecederamente en nuestra conciencia.
Esta biografía no es un retrato de cuerpo entero, sino de alma entera, pues Zweig va siguiendo con la apasionada curiosidad científica de un entomólogo y el arte de un insuperable novelista los más insignificantes movimientos de Fouché, hasta descubrir no ya el más íntimo detalle de su contextura sino los más íntimos motivos que le impulsan, o sea su alma vil de traidor que, en el momento supremo, le impide elevarse a la grandeza de una idea noble, desinteresada, y sucumbe, amarrado por la baja codicia, al mísero provecho material, norte único de sus acciones y de sus innegables talentos. Este libro es la gran epopeya del apasionante período francés comprendido entre la Revolución y el reinado de Luis XVIII.
En esta historia, tan pícara como moral, a pesar de la advertencia del autor, nos habla Zweig de la idea del doble, en este caso representado por dos hermanas: Sophia (la razón) y Helena (la pasión). Ambas compiten por recuperar, cada una a su manera, el esplendor perdido de su familia. Una, a través de la virtud, la otra, a través de la pasión. Pero ¡cuán delgada es la línea que separa la templanza de la voluptuosidad! Precisamente esto es lo que Helena pretende averiguar cuando pone a prueba a su hermana, sin sospechar el sorprendente final que el destino le depara.
La actualidad de los grandes autores, como Montaigne, es permanente y múltiple. Pero Stefan Zweig, en un momento en que se ciernen sobre él el drama de la guerra y una íntima y trágica desesperanza, fija su atención en un elemento que es fundamental en el autor de Los ensayos: el esfuerzo por mantener a salvo la propia independencia en una sociedad cada vez más brutal y gregaria. El texto de Zweig sobre Montaigne no es un frío estudio destinado a especialistas, sino una obra emocionada y vibrante dirigida al público habitual del autor vienés. Una obra que Zweig ni siquiera llegó a concluir, porque antes se quitó la vida. A pesar de todo, en vista de la fuerza de este hermoso libro, ¿podemos interpretar que la esperanza de Montaigne se hizo presente en algún momento también en Zweig, y que el gran escritor vienés concibió, a pesar de todo, una nueva aurora para Europa?
Zweig desentierra en esta obra los motivos por los cuales Américo Vespucio dio su nombre a un continente recién descubierto, una historia de altibajos y errores que se convierten en verdades. Vespucio no era un mentiroso o un estafador; no pretendió ser un gran filósofo ni buscó la gloria de dar su nombre al Nuevo Mundo. La gloria la hizo la casualidad, un impresor que, a su vez, nunca soñó que daría a un desconocido tanto renombre. Zweig sigue con acierto el desarrollo de esta historia que tiene el encanto de una novela, convirtiendo un tema árido en un argumento apasionado, palpitante de interés y de misterio. En otras palabras, consigue humanizar un personaje desmenuzado por los estudiosos, en una novela que es historia y una historia que es vida.
Un pintor recibe el encargo de realizar un cuadro de la Virgen con el Niño. El cuadro acompañará en un retablo a otro de increíble belleza, lo que enorgullece pero asusta al artista. Tras buscar y buscar sin éxito una modelo, un día, por casualidad, encuentra a una joven judía que representa toda la belleza, ternura e inocencia que él necesita. Tras convencerla para que pose, y una vez que ella vence sus miedos y recelos, se establece entre ellos una relación especial. Sin embargo, ambos malinterpretan los sentimientos del otro: él, maduro ya, ve en ella una misión que cumplir, mostrarle el camino hacia la conversión. Ella, joven e inexperta, quiere ver, en el hombre que se fija en ella, unas intenciones que expliquen los anhelos y cambios que está experimentando su cuerpo. Hasta que interviene el destino.