Que el perro sea o no el mejor amigo del hombre, según un antiguo dicho, posiblemente está todavía por saber. Lo que sí se sabe con certeza es que las relaciones de los perros con los hombres han inspirado una vasta literatura. En esta selección de relatos breves, nos encontraremos con escritores de la talla de G. K. Chesterton, Hugh Walpole, Virginia Woolf, Rudyard Kipling, Jack London, etc., que intentaron ver cuál era realmente el nexo entre seres tan distintos. Cada cual nos ofrece una respuesta diferente. Desde la épica apasionada de London hasta la amarga fábula de Walpole, pasando por el humor fresco y vital de Jerome K. Jerome, o el lirismo arrebatador con que Virginia Woolf nos cuenta el final de Flush, el perro de Robert Browning y Elisabeth Barrett Browning.
Tres relatos de Virginia Woolf son los que componen este libro y que muestran lo que a ella le gustaba denominar momentos de existencia. En ellos, personajes y acciones quedan supeditados a imágenes poéticas, alejadas de las banalidades de la vida. En «Kew Gardens» ambientado en el fabuloso jardín botánico de Londres, nos introduce, como diría T. S. Eliott, en «un montón de imágenes rotas» que van desde el movimiento perezoso de un caracol a las conversaciones de los paseantes por el jardín. En «Una casa encantada», publicado por primera vez en la antología Monday or Tuesday, reescribe un tradicional cuento de fantasmas. Una pareja recibe la visita de unos espectros que ponen en evidencia el mundo de lo superficial. En el tercer cuento, «La marca en la pared», hace uso del monólogo escrito en primera persona para hacernos volar de un recuerdo a otro, teniendo como origen la marca en la pared de su habitación. Acompañan a estos magníficos cuentos las ilustraciones de Elena Ferrándiz, que consiguen sumergirnos en el personal mundo de Virginia Woolf a través de un trabajo lleno de metáforas y símbolos maravillosos.
La novela más popular de Virginia Woolf. Los Pargiter, una típica familia burguesa, recorren en estas páginas un periodo de tiempo comprendido entre los últimos estertores de la era victoriana y los primeros años treinta. Y en el seno de su hogar se dramatizan las tensiones históricas, sociales e ideológicas de esa época de transición y niebla, cuando un mundo y una idea de la civilización se desmoronaban para dar paso a un tiempo nuevo y lleno de incertidumbre. La guerra, la estructura patriarcal, el capitalismo, el Imperio o el auge del fascismo son algunas de al sombras que se proyectan en las paredes de la casa de esta familia inglesa, emparentada, podría decirse, con los Bunddenbrook, la familia alemana creada por Thomas Mann en su novela homónima. Reseña:«Una fantasía brillante sobre los problemas de todos los tiempos: la edad y la juventud, los cambios y las permanencias, las verdades y las ilusiones.»The Times Literary Supplement
«He conocido perros malvados y bondadosos, estúpidos e inteligentes, pero no podría vivir sin ellos. Los griegos decían que una casa no es un hogar si no tiene una golondrina anidando bajo su alero, y en mi opinión una casa no es un hogar si no tiene un perro.» Gerald Durrell «Tal vez los perros, cuya devoción excede a la de la mayoría de amantes, sean capaces de recoger las vibraciones telepáticas de sus amados dueños que piensan y se preocupan constantemente por ellos.» Jilly Cooper Que el perro sea o no el mejor amigo del hombre, según un antiguo dicho, posiblemente está todavía por saber. Lo que sí se sabe con certeza es que las relaciones de los perros con los hombres han inspirado una vasta literatura. En esta selección de relatos breves, que se abre con el magnífico prólogo de Gerald Durrell, nos encontraremos con escritores de la talla de G. K. Chesterton, Hugh Walpole, Virginia Woolf, Rudyard Kipling, Jack London, etc., que intentaron ver cuál era realmente el nexo entre seres tan distintos. Cada cual nos ofrece una respuesta diferente. Desde la épica apasionada de London hasta la amarga fábula de Walpole, pasando por el humor fresco y vital de Jerome K. Jerome, o el lirismo arrebatador con que Virginia Woolf nos cuenta el final de Flush, el perro de Robert Browning y Elisabeth Barrett Browning.
Dos hermanas, figuras señeras en su arte respectivo durante las primeras décadas del siglo XX, constituyeron el núcleo del grupo de escritores y artistas conocido bajo el nombre de Bloomsbury.
El Londres literario, el Londres refugio e inspiración de tantos escritores, asoma a estas deliciosas páginas como una muestra de la escritura de Virginia Woolf en todas sus facetas: ficción, ensayo, artículos La vida y la obra de Virginia Woolf siempre aparece impregnada de la vibrante atmósfera londinense. El bullicio de sus calles, el ruido del tráfico, la serena majestuosidad de sus edificios, sus tiendas y librerías, los personajes que, como ella misma, dibujan el alma literaria de una ciudad pueblan estos relatos. En estos textos, y también en sus Diarios, confiesa el placer que siempre le procura deambular por su ciudad, arriba y abajo, con esa atención flotante que va desde los atestados ómnibus, hasta la vista majestuosa desde una colina de ese Londres compactado en sustratos, amalgama brumosa de los tumultos de su historia.
En Cuentos completos se reúnen relatos y cuentos escritos por Virginia Woolf. Autora también de novelas y con una vasta producción ensayística, la literatura de Virginia Woolf puede observarse pulida y prolija a través de sus cuentos y relatos breves, como en La sociedad: "Así comenzó todo. Éramos un grupo de seis o siete reunidas después del té. Algunas miraban hacia la sombrerera de enfrente, donde las plumas rojas y las pantuflas doradas seguían iluminadas en la vidriera; otras dejaban pasar el tiempo construyendo pequeñas torres de azúcar en el borde de la bandeja del té. Pasado un momento, según lo recuerdo, nos ubicamos alrededor del fuego y comenzamos, como de costumbre, a elogiar a los hombres. Qué fuertes, qué nobles, qué inteligentes, qué valientes, qué bellos eran; y cómo envidiábamos a aquellas que, por las buenas o por las malas, lograban unirse a uno de por vida. Hasta que Poll, que había permanecido en silencio hasta el momento, rompió a llorar. Poll, debo admitirlo, siempre ha sido algo extraña. Para empezar, su padre era un hombre extraño. Le dejó una fortuna en su testamento, pero con la condición de que leyera todos los libros de la biblioteca de Londres. Intentábamos consolarla lo mejor que podíamos, pero en el fondo sabíamos que era inútil." Además de Cuentos completos, otras obras de Virginia Woolf traducidas al castellano son La muerte de la polilla y otros ensayos,
Desde «la mesa de cocina» del señor Ambrose en Fin de viaje hasta la mesa de Katherine Hilbery en «su cenáculo», la del cuarto de Jacob, la de cocina del Sr. Ramsay o la de comedor en que la Sra. Ramsay sirve el boeuf en daube, semejantes a la «mesa de comedor» para «una cena con invitados» que evoca Russell, a esa mesa de la señora Ramsay que presumiblemente persiste en la casa durante su ausencia en «Pasa tiempo», y aun a «la mesa, las sillas» puestas para alguien que nunca llega en el capítulo que abre Las Olas, la mesa señala en sus novelas la entrada al problema del conocimiento. Pues siendo arbitrario un ejemplo «considérese, digamos, la mesa», la imagen que le viene en mente al filósofo nunca es la de la cama, lugar de sueño o sexo o muerte, ni aun la de esa «estrecha» de Clarisa Dalloway que excluye de ahí el término medio. Las mesas de escritorio de Hume y Russell, semejantes a la de Katherine Hilbery, «despejada para trabajar» en «problemas matemáticos», sustentan lugares de pensamiento y alimentación, ambos neutrales afueras de la mente.
Estrenada en Broadway en 1962 cosechó un gran éxito de crítica y público. Albee disecciona en ella dos matrimonios para contar las mentiras en las que se basan. La conclusión es que el engaño no es solo un problema individual, sino un mal nacional.
Singular biografía, la de Orlando se desarrolla entre la época isabelina y el siglo XX y además, a mitad de camino, cambia el sexo de su protagonista. Sólo una agilidad narrativa como la de Woolf podía trenzar un juego literario semejante, y sólo Borges podía traducirlo con fidelidad al espíritu que lo anima.
Escritos con honestidad, agudeza y sentido de la inmediatez, los diarios de Virginia Woolf hacen aflorar esa corriente de vida que fluye incontenible detrás de sus novelas. «Yo utilizo a mis amigos más bien como lámparas: veo que ahí hay otro campo: con tu luz. Allí, una colina. Ensancho mi paisaje», nos dice, y sus palabras nombran también y dan sentido a la lectura de estas páginas. La luz de la escritora se vierte sobre los espacios, su ingenio y clarividencia iluminan ya un suceso menor en el curso de la noche ;alguien robó su bolso;, ya los grandes hitos de su obra literaria. «Digo que estoy escribiendo Las olas siguiendo un ritmo, no una trama», leemos, o bien: «Orlando es un libro muy rápido y brillante, sí, pero no intenté explorar». Este volumen abarca íntegramente el período de tiempo comprendido entre 1925 y 1930. Virginia Woolf alcanzó entonces su plena madurez como escritora, consiguió una posición segura y respetada en el mundo de las letras y participó de una agitada vida social. Pese a todo, día a día siguió consignando la impresión que le causaban escritores como W. B. Yeats, H. G. Wells o Thomas Hardy, su amor por Vita Sackville-West y el de Ethel Smith por ella, sus lecturas, sus empeños, las franjas más inaprensibles de su intimidad.
Obra maestra de la narrativa del xix y una de las grandes novelas de Jane Austen, Emma cuenta la historia de una inteligente y laboriosa joven empeñada en hacer de Celestina de todas sus amistades. Cuando su institutriz, amiga y confidente decide contraer matrimonio, Emma Woodhouse se queda sola con sus propios sentimientos y se enfrenta al vacío de su vida y a la penosa tarea de intentar que los demás lleven una vida tan perfecta como la suya. Todos sus trabajos de manipulación sentimental crean a su alrededor una telaraña de enredos, malentendidos y confusiones que ponen a prueba su confianza en sí misma. Novela exquisita y espléndido retrato de la Inglaterra de provincias de principios del siglo xix, Emma es una obra imperecedera y su protagonista ocupa uno de los lugares de honor en la galería de las heroínas inolvidables de la literatura universal. «Jane Austen es una maestra en dibujar emociones más profundas que las que aparecen superficialmente. Nos estimula a añadir lo que no está.» Virginia Woolf