Wilfred Owen (Oswestry, Inglaterra, 1893 Ors, Francia 1918) se interesó por la poesía siendo adolescente. Sin embargo, sus tentativas en este campo no hubieran aportado nada nuevo a la literatura de no haber sido por sus experiencias vitales en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Allí conoció el sufrimiento propio y el ajeno; no obstante, este dolor no lo llevó a escribir poemas de exaltación patriótica y guerrera, sino a expresar con voz lírica estos padecimientos y la compasión que la contienda despertó en él. Con humildad y sin rencor, nos cuenta cómo se sentían muchos soldados en la primera línea de una guerra que para muchos de ellos ya había perdido todo sentido.
Wilfred Owen participó en la Gran Guerra y murió en ella pocos días antes del armisticio. Este volumen que hoy presentamos recoge sus poemas más conocidos y que probablemente sean su contribución más importante a la poesía del siglo XX: sus poemas de la guerra. Escritos en un breve lapso de tiempo, entre el verano de 1917 y el otoño de 1918, los versos reflejan el impacto extraordinario de la guerra y el consecuente cambio que ésta ocasionó en la visión del mundo. La intensidad de las descripciones de Owen, no sólo de las heridas del cuerpo, sino fundamentalmente de las del alma, es realmente conmovedora, y transforma los poemas escritos en el campo de batalla en un bello alegato pacifista. Benjamin Britten insertó varios de estos poemas entre los textos litúrgicos que conforman una de sus mayores obras: el War Requiem. Una Misa de Difuntos que reconsagró en 1962 la derruida catedral de Coventry.
La razón de esta edición es la misma que tenía el poeta hace cien años cuando perdió la vida en una trinchera. Y el mensaje sigue siendo el mismo en lengua castellana que aquel que tuvo en inglés en 1918. Tal como escribió Owen, millones de personas murieron de guerra en el curso de aquel conflicto, pero nadie aprendió apenas nada y cien años después de su muerte soldados de diferentes colores siguen disparando sus armas en frentes abiertos en muy diversos puntos del planeta. Y hoy como hace cien años, no saben a quién disparan, ni por qué lo hacen y morirán asimismo sin saber por qué han vivido estas guerras ni por qué han muerto en ellas.