La publicación de Los signos de la sangre, de Victoriano Crémer, supone recorrer la historia de la poesía española desde el fin de la Guerra Civil hasta el momento presente. Son más de cien años de vida y más de sesenta de poesía. Su vida comenzó en diciembre de 1907; su poesía, en 1944 con la publicación de Tacto sonoro. Periodista, narrador y autor de obras de teatro, su poesía es la faceta que ha merecido mayor atención literariamente. Victoriano Crémer nació en Burgos en diciembre de 1907, dentro de una familia humilde que se trasladó a León en 1917, ciudad en la que el escritor ha vivido el resto de su existencia. Acabada la Guerra Civil, durante la cual sufrió cárcel en dos ocasiones, su vida permaneció ligada al periodismo en distintos medios de la capital leonesa, tanto en radio como en prensa y, a sus más de cien años, seguía ofreciendo día tras día su artículo de opinión en el Diario de León. En 1944 fundó y dirigió, con Antonio González de Lama y Eugenio de Nora, la revista Espadaña, que orientó la poesía española en un sentido humanista. En el mismo año 1944 apareció Tacto sonoro, que mostraba algunas de las preocupaciones permanentes del escritor: el dolor humano, el hombre perseguido, el silencio de Dios Con diferentes tonalidades, son los temas que originan en la misma década libros como Caminos de mi sangre y La espada y la pared. A esta problemática existencial se suma la social (el mundo de los humildes, la experiencia de la guerra, la España del presente ), con mayor intensidad en la década del 50 con Nuevos cantos de vida y esperanza y prosigue con poemarios como Furia y paloma y Tiempo de soledad. Trazaba una senda poética por donde también transitaban, entre otros, Gabriel Celaya, Blas de Otero y Eugenio de Nora, con los que formó parte de la histórica Antología consultada de la Joven Poesía Española (1952). Los libros posteriores, más sosegados, emotivos y reflexivos, dan cauce al resto de su poesía, recogida en títulos como Lejos de esta lluvia tan amarga o, más tarde, El cálido bullicio de la ceniza, que impregnará de melancolía los libros sucesivos que se cierran con El último jinete, publicado en 2008; son obras de palabra experimentada y serena, pero no resignada, y temas como la vejez, la soledad y la muerte. Entre los numerosos reconocimientos y premios recibidos destacan el Premio Nacional de Poesía en 1962, el Premio Castilla y León de las Letras en 1994 y el nombramiento de Doctor Honoris Causa por la Universidad de León en 1991. La poesía de Victoriano Crémer no varía significativamente a lo largo de los años. Con Tacto sonoro encontró la voz con la que revelar poéticamente su mundo, que era y es el hombre mismo, en soledad o en sociedad. La vida como centro temático, ahondando en él o abriendo perspectivas nuevas que el tiempo iba aportando: los recuerdos del padre y de la madre, los sufrimientos de la guerra, los hijos, los cantos de amor y dolor a la esposa, la vida humilde entre los humildes seres del barrio leonés de Puertamoneda ; después, la vejez va imprimiendo huellas en sus poemas, como la temática de la muerte, cuya presencia se torna acuciante tras la agonía de la esposa El vigor y la fuerza expresiva de sus libros iniciales, muestra externa de la rebeldía interior del hombre, no menguó a lo largo de los años, pero la palabra fue templándose, tornándose más pacífica y reposada, más reflexiva y melancólica. Victoriano Crémer falleció en León el día 26 de junio de 2009, justo cuando se finalizaba la presente edición.
La Casona es el relato de la formación de un muchacho al que las circunstancias hacen mayor antes de tiempo, pero es también el último cernido de unas vivencias sobre las que el autor ha construido buena parte de su obra literaria en prosa y en verso. En