Este libro no propone una lectura más de la poesía aleixandrina sobre la base de su acordada integración semántico-estilística. Situándose en una perspectiva más interior, trata de recorrer esa poesía como la concreción de una aventura, dirigida cada vez con mayor conciencia y voluntariedad, hacia el conocimiento (sin por ello pretender una traducción o exégesis filosófica de la misma). Él autor ha partido de un postulado del propio poeta: «La pasión del conocimiento (y deberíamos añadir: y la de la justicia) está ínsita en el artista completo» (1950); y de intuiciones cercanas como ésta: Conocer, penetrar, indagar: una pasión que dura lo que la vida (1954). José Olivio Jiménez, nacido en Cuba (1926) y graduado de las Universidades de La Habana y Madrid, es profesor emérito de Hunter College y Graduate Center (The City University of New York). Ha centrado su interés crítico en los campos del modernismo hispanoamericano y de la poesía hispánica moderna, en España y América. Además de numerosos ensayos sobre estos temas, es autor, entre algunos más, de los siguientes libros: Cinco poetas del tiempo (1964), Estudios sobre poesía cubana contemporánea (1967), Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea (1971), Diez años de poesía española 1960-1970 (1972), Estudios críticos sobre la prosa modernista hispanoamericana (1975), El simbolismo (1979), La presencia de Antonio Machado en la poesía española de posguerra (1983), La raíz y el ala: aproximaciones críticas a la obra literaria de José Martí (1993) y La prosa modernista hispanoamericana (1998, en colaboración con el profesor Carlos Javier Morales).
La concesión en 1977 a Vicente Aleixandre del premio Nobel vino a ser el reconocimiento de una obra con un singular universo poético, comparable no sólo a las obras de los más célebres poetas españoles de su tiempo, sino también a las de T. S. Eliot y W. H. Auden, con las que mantiene grandes paralelismos. En la poética de Aleixandre destacan la capacidad de transmitir una visión onírica, sensual y panteísta de la existencia humana, el profundo afán de incorporar las más diversas corrientes con un sello personal e inconfundible, y una apuesta por la poesía entendida como comunicación. Sirviéndose de una ingente documentación inédita obtenida en gran parte de la correspondencia del autor, como la que mantuvo con el pintor Guillermo Prieto, Emilio Calderón ha elaborado la primera biografía completa de Aleixandre. La presente biografía nos acerca a su infancia en Sevilla y Málaga, a su deslumbrado descubrimiento de la poesía, a los amigos que frecuentó de Emilio Prados a Carlos Bousoño, a su quebradiza salud y a su ingreso en la Real Academia Española. También nos desvela su reservada vida amorosa, la posición que mantuvo durante la guerra y el franquismo, su intento de exiliarse en febrero de 1938, finalmente frustrado por cuestiones burocráticas, y su relación con diversas generaciones de poetas entre ellos, Luis Antonio de Villena, Jaime Gil de Biedma, Vicente Molina Foix y Pere Gimferrer. Incluso nos descubre su casa de Velintonia, convertida hoy en lugar de culto, y los sinsabores derivados de su testamento. Gracias a la fuerza narrativa de Emilio Calderón, Vicente Aleixandre, el poeta español más complejo y completo de nuestra literatura reciente, recibe por fin la atención que merece.
Este poeta, premio Nobel 1977, sabía que los niños comprenden a veces más y mejor que lo que los adultos suponen, y que únicamente hay que ofrecerles un mundo que puedan compartir.
Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro, reza el Eclesiastés. Vicente Aleixandre, nuestro último poeta Premio Nobel, amasó, con amor y sin esfuerzo, una riqueza sin igual a lo largo de sus 86 años de existencia. Aleixandre profesó una amistad fraternal y cómplice con el poeta oriolano, una amistad basada en la dignidad ética y literaria. Nada cuesta imaginar al sevillano vaticinando ante el novel poeta Miguel Hernández: «Yo adivino en ti al escritor que escribe saturado de futuro. Tuyo es el porvenir». Y así fue. Pero lo fue porque Aleixandre ? consejando honrada y discretamente a Josefina Manresa, viuda de Hernández, y previendo que Miguel era de esos escritores, primero, personas, y, después, poetas de la misma estirpe dehonestidad? logró que el poeta del pueblo no desapareciera en el olvido del largo túnel franquista y que su obra fuera creciendo en valor merced a sus pesquisas y desvelos por proteger, reconstruir, recopilar, ordenar y fijar la poesía del oriolano. Para el prestigio como poeta del que Miguel Hernández goza dichosamente hoy y para el estreno de la difusión internacional fue imprescindible una figura de talla tan hondamente humana como la de Vicente Aleixandre. La estrecha relación de hermanos, amigos y la de guía literario que supuso la magnífica poesía de Aleixandre para Miguel Hernández permitieron a ambos «estar en el secreto» de sus vidas. Las cartas de Aleixandre a Miguel Hernández y a Josefina Manresa nos proporcionan interesantísimas claves humanas para disfrutar de afectos tan íntimos como poco difundidos. Estamos ante un ejemplo de vida, ante una amistad más allá de la muerte y ante un epistolario que abarca cincuenta años (1935-1984) de nuestra más reciente historia.
La potencia de la palabra poética de Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura en 1977, implica un sinfín de interpretaciones. La que se propone aquí afronta la última colección de poemas publicada en vida por el autor, Diálogos del conocimiento, obra cumbre de su arte poético, un espléndido fruto de la vejez que no ha suscitado una especial atención por parte de la crítica. Y sin embargo Diálogos del conocimiento destaca por su relevancia ya desde el título, siendo la forma del diálogo el origen mismo de las reflexiones sobre la posibilidad del saber en la historia del pensamiento occidental. El enlace entre filosofía y poesía es crucial. La búsqueda que lleva a cabo Aleixandre emplea el discurso dual para abrirse al drama dialéctico y a la interacción dinámica de máscaras y voces diversas. En los versos estremecedores que plantean interrogantes sobre el amor, la guerra, la belleza y una larga experiencia de la vida asoma constantemente la conciencia metapoética, es decir la preocupación por conseguir un estilo que se acerca a la partitura musical, tal vez concebida como legado último para que otros la acojan e, interpretándola, la perfeccionen. Alessandro Mistrorigo es investigador becario en el Departamento de Filosofía y Bienes Culturales de la Universidad Ca Foscari de Venecia, donde está desarrollando el proyecto Phonodia (http://phonodia.unive.it), un archivo digital dedicado a las voces de los poetas contemporáneos. Doctor en Filología Española, ha vivido y trabajado en España y en el Reino Unido, donde ha sido Visiting Research Fellow en el Queen Mary College de la Universidad de Londres, además de dar clases de Literatura Contemporánea y Cinema en la London Metropolitan University y en el Royal Holloway College. Se ha especializado en la poesía española del sigo XX con estudios sobre poetas como Claudio Rodríguez, Leopoldo María Panero y Manuel Vázquez Montalbán, entre otros. En la actualidad, su investigación enfoca la poesía contemporánea a partir del fenómeno de la voz de los poetas, poniendo en relación el proceso creativo con las tecnologías digitales. Es también traductor literario y cofundador del proyecto «dopotutto [d|t]» (www.dopotuttonet.wordpress.com) que se ocupa de escritores transterrados.
Vicente Aleixandre (Premio Nobel de Literatura 1.977) formó a lo largo de su vida un importante Archivo que, a su muerte, pasó a poder de Carlos Bousoño. A los 23 años de su muerte, una pariente del Nobel reivindicó la propiedad del Archivo ante los Tribunales. De la discusión sobre la propiedad de este Archivo se ocupa el libro. El tema de esta obra sirve para tratar sin divisiones ni compartimentos estancos en caso de la vida real que, aunque aparentemente se presenta como un puro conflicto de propiedad, tiene muchas otras facetas muy interesantes, pues guarda una inseparable relación con otros muchos campos del Derecho civil, incluyendo entre ellos el Derecho de sucesiones.
En el Archivo-Biblioteca de la Fundación Max Aub de Segorbe se conservan 64 cartas que Vicente Aleixandre y Max Aub intercambiaron entre el 20 de febrero de 1958 y el 13 de junio de 1971. La importancia de este epistolario radica en que ambos escritores, representativos del exilio exterior e interior respectivamente, sin haber compartido las claves poéticas vanguardistas en el escenario de la España de anteguerra, consiguieron con los años confluir en un momento crucial para el cambio hacia una poesía más afín al carácter realista. Desde México, Aub enviaba a Aleixandre los libros que iba publicando y este respondía desde Madrid con los suyos. Ambos coincidieron en un común ideal estético que los llevó a volver la mirada hacia escritores como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o Unamuno. Uno de los proyectos más importantes que ambos autores iniciaron fue la publicación de la revista Los Sesenta, en cuyo consejo de redacción figuraban Dámaso Alonso y Rafael Alberti, entre otros. También colaboraron en revistas como Cuadernos Americanos, Excelsior o Ínsula, compartieron impresiones sobre la poesía de los autores más jóvenes e intercambiaron reflexiones sobre autores de diverso signo, desde Bergamín hasta Ortega, pasando por Buñuel, Lorca o Picasso. En definitiva, se trata de un epistolario imprescindible para entender no sólo la evolución de Aub y Aleixandre, sino para apreciar mejor una etapa fundamental de nuestra historia literaria. Los libros de poesía publicados por Max Aub (París, 1903-Ciudad de México, 1972) abarcan momentos decisivos en el contexto poético español del siglo XX: Los poemas cotidianos (1925), A (1933), Diario de Djelfa (1944 y 1970), Antología traducida (1963 y 1972), Versiones y subversiones (1971), Subversiones (1971) e Imposible Sinaí (1982) parten de la emergencia de la vanguardia, pasan por el desarrollo de una poética realista, hasta llegar a momentos de encrucijada en los que apuesta claramente por una poética de integración. También Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984), conocido poeta de la generación del 27, quiso tras la guerra civil española evolucionar en su poesía sin renunciar a ninguna de las lecciones aprendidas de las vanguardias. Su libro Historia del corazón (1954) está escrito, según dice, -lejos de los cánones estéticos de la vanguardia y más acorde con la emergente poesía de raigambre realista-. Los libros publicados en el periodo que ocupan las cartas -Ciudad del Paraíso (1960), Poesías completas (1960), En un vasto dominio (1962), Retratos con nombre (1965), Poemas de la consumación (1968) y Poesía surrealista (1971)- fueron recibidos con entusiasmo por Max Aub en México.
Casi cincuenta años después de la muerte del poeta cordobés Ricardo Molina, su archivo personal sale a la luz dejándonos conocer la impresionante correspondencia personal que el codirector de la revista Cántico mantuvo con las máximas figuras de la Generación del 27. El epistolario, en su mayoría inédito, se presenta en dos volúmenes. En ambos volúmenes aparecen las imágenes de los documentos originales del archivo de la familia Molina. El Libro Uno recoge transcrita y anotada la valiosa correspondencia conservada entre Ricardo Molina y Vicente Aleixandre, mentor de la revista y amigo entrañable de los jóvenes de Cántico. Este valioso legado epistolar es una prueba fehaciente de la firme unión entre los poetas del 27 y los jóvenes de Cántico, tan proclives a la amistad como prolíficos en cartas. Y asimismo, nos sirven para conocer los valiosos juicios críticos que estos amigos poetas del 27 emitieron acerca de la obra literaria de Ricardo Molina, constituyéndose como un material único para aclarar las variantes de las que debe dar cuenta la crítica textual. En definitiva, un testimonio imprescindible para conocer el panorama poético de la historia literaria de España en uno de sus momentos más espléndidos.
Después de cuarenta años de la concesión del último Nobel a un poeta español, Vicente Aleixandre, es preciso volver la vista sobre la obra de uno de los autores más significados de la Generación del 27, desgraciadamente postergado tanto en las reediciones de sus obras como en el panorama de la crítica teórica. Con motivo de la concesión del máximo galardón literario al poeta andaluz, el jurado del Nobel expresó las razones por las que fue otorgado: "Por una creativa escritura poética que ilumina la condición del hombre en el cosmos y en la sociedad actual, al mismo tiempo que representa la gran renovación de las tradiciones de la poesía española entre guerras". Los profesores de la universidad y críticos literarios reunidos en este libro abordan nuevas perspectivas en la obra de Aleixandre, desde la construcción del mito paradisíaco, la coherencia de su mundo, el compromiso literario, el panteísmo gongoristas, la semántica e ideología de la forma en algunos de sus textos, su magisterio, la dinámica poesía/comunicación y poesía/conocimiento... Todo un conjunto de miradas poliédricas y plurales que nos traen a la actualidad a una figura mayor de la poesía española cuya magisterio fue indiscutible durante medio siglo.
Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro, reza el Eclesiastés. Vicente Aleixandre, nuestro último poeta Premio Nobel, amasó, con amor y sin esfuerzo, una riqueza sin igual a lo largo de sus 86 años de existencia. Aleixandre profesó una amistad fraternal y cómplice con el poeta oriolano, una amistad basada en la dignidad ética y literaria. Nada cuesta imaginar al sevillano vaticinando ante el novel poeta Miguel Hernández: «Yo adivino en ti al escritor que escribe saturado de futuro. Tuyo es el porvenir». Y así fue. Pero lo fue porque Aleixandre ? consejando honrada y discretamente a Josefina Manresa, viuda de Hernández, y previendo que Miguel era de esos escritores, primero, personas, y, después, poetas de la misma estirpe de honestidad? logró que el poeta del pueblo no desapareciera en el olvido del largo túnel franquista y que su obra fuera creciendo en valor merced a sus pesquisas y desvelos por proteger, reconstruir, recopilar, ordenar y fijar la poesía del oriolano. Para el prestigio como poeta del que Miguel Hernández goza dichosamente hoy y para el estreno de la difusión internacional fue imprescindible una figura de talla tan hondamente humana como la de Vicente Aleixandre.