Publicado en 1941, Brasil, país de futuro parece un libro recién terminado. Zweig escribió tanto sobre aquella tierra que parecía haber nacido allí, evocando con gran precisión los detalles y entresijos de la historia, economía, y cultura brasileñas, así como el desarrollo de sus principales ciudades. Con su habitual destreza y sensibilidad, echó mano de sus vivencias e impresiones personales para retratar una vasta, atrayente y fértil tierra con inmensos recursos y una historia carente de grandes guerras, lejos del derrumbe de la civilización europea que le obligaron a exiliarse en tierras latinoamericanas. Brasil, país de futuro es un lectura muy recomendable para viajeros de salón, para estudiantes de geografía y estudios americanos, así como para todos aquellos interesados en la riqueza de la historia, cultura y sociedad brasileñas. En él queda plasmada la belleza intacta del interior, el vibrante crecimiento y desarrollo de las áreas urbanas, y la visión de un lugar casi utópico, aparentemente a salvo de los males del mundo moderno y que ofrecía un gratificante refugio frente a las hostilidades globales.
Stefan Zweig pone de relieve las cualidades que le han convertido en uno de los autores más apreciados por todos los públicos: humanidad, ternura, dramatismo y apasionante interés. Carta de desconocida es una de sus mejores novelas. Este volumen contiene además dos novelas cortas, Leporella y El refugiado, del prestigioso escritor austriaco.
Hölderlin, Kleist, Nietzsche, tres personajes extraordinarios por los que Stefan Zweig, como psicólogo por pasión, creador por voluntad creadora sentía un profundo apego. Su inquietud vital los aleja de la contención de Goethe decidido a autoconstruirs
Richard Friedenthal, editor y gran amigo de Stefan Zweig, reunió, en "El legado de Europa", aquellos ensayos en que el escritor austríaco rinde homenaje a los artistas que supieron expresar la esencia de la conciencia común europea. Tras la fragmentación de esa patria compartida que fue Europa, Zweig la reconstruyó en el único mundo que le era posible, el del espíritu. En esta reconstrucción le ayudaron aquellos autores que fueron sus compañeros de viaje: Montaigne, Chateaubriand, Wassermann, Rilke, Roth... Artistas y amigos que, a modo de herencia, nos lega para inmortalizarlos en el tiempo, para que permanezcan imperecederamente en nuestra conciencia.
Esta biografía no es un retrato de cuerpo entero, sino de alma entera, pues Zweig va siguiendo con la apasionada curiosidad científica de un entomólogo y el arte de un insuperable novelista los más insignificantes movimientos de Fouché, hasta descubrir no ya el más íntimo detalle de su contextura sino los más íntimos motivos que le impulsan, o sea su alma vil de traidor que, en el momento supremo, le impide elevarse a la grandeza de una idea noble, desinteresada, y sucumbe, amarrado por la baja codicia, al mísero provecho material, norte único de sus acciones y de sus innegables talentos. Este libro es la gran epopeya del apasionante período francés comprendido entre la Revolución y el reinado de Luis XVIII.
En esta historia, tan pícara como moral, a pesar de la advertencia del autor, nos habla Zweig de la idea del doble, en este caso representado por dos hermanas: Sophia (la razón) y Helena (la pasión). Ambas compiten por recuperar, cada una a su manera, el esplendor perdido de su familia. Una, a través de la virtud, la otra, a través de la pasión. Pero ¡cuán delgada es la línea que separa la templanza de la voluptuosidad! Precisamente esto es lo que Helena pretende averiguar cuando pone a prueba a su hermana, sin sospechar el sorprendente final que el destino le depara.
La actualidad de los grandes autores, como Montaigne, es permanente y múltiple. Pero Stefan Zweig, en un momento en que se ciernen sobre él el drama de la guerra y una íntima y trágica desesperanza, fija su atención en un elemento que es fundamental en el autor de Los ensayos: el esfuerzo por mantener a salvo la propia independencia en una sociedad cada vez más brutal y gregaria. El texto de Zweig sobre Montaigne no es un frío estudio destinado a especialistas, sino una obra emocionada y vibrante dirigida al público habitual del autor vienés. Una obra que Zweig ni siquiera llegó a concluir, porque antes se quitó la vida. A pesar de todo, en vista de la fuerza de este hermoso libro, ¿podemos interpretar que la esperanza de Montaigne se hizo presente en algún momento también en Zweig, y que el gran escritor vienés concibió, a pesar de todo, una nueva aurora para Europa?
Zweig desentierra en esta obra los motivos por los cuales Américo Vespucio dio su nombre a un continente recién descubierto, una historia de altibajos y errores que se convierten en verdades. Vespucio no era un mentiroso o un estafador; no pretendió ser un gran filósofo ni buscó la gloria de dar su nombre al Nuevo Mundo. La gloria la hizo la casualidad, un impresor que, a su vez, nunca soñó que daría a un desconocido tanto renombre. Zweig sigue con acierto el desarrollo de esta historia que tiene el encanto de una novela, convirtiendo un tema árido en un argumento apasionado, palpitante de interés y de misterio. En otras palabras, consigue humanizar un personaje desmenuzado por los estudiosos, en una novela que es historia y una historia que es vida.
Un pintor recibe el encargo de realizar un cuadro de la Virgen con el Niño. El cuadro acompañará en un retablo a otro de increíble belleza, lo que enorgullece pero asusta al artista. Tras buscar y buscar sin éxito una modelo, un día, por casualidad, encuentra a una joven judía que representa toda la belleza, ternura e inocencia que él necesita. Tras convencerla para que pose, y una vez que ella vence sus miedos y recelos, se establece entre ellos una relación especial. Sin embargo, ambos malinterpretan los sentimientos del otro: él, maduro ya, ve en ella una misión que cumplir, mostrarle el camino hacia la conversión. Ella, joven e inexperta, quiere ver, en el hombre que se fija en ella, unas intenciones que expliquen los anhelos y cambios que está experimentando su cuerpo. Hasta que interviene el destino.
No sin razón los contemporáneos llamaron al viaje de Magallanes la gesta más maravillosa y el más grande acontecimiento humano registrado desde la creación del mundo. Más trascendental aún que el descubrimiento de Colón, estiman ellos el hecho de que, con insignificantes barcos, diera Magallanes la vuelta al Globo, demostrando por primera vez su redondez. Esta valerosa hazaña narrada magistralmente por Zweig constituye una de sus mejores biografías.
Una novela corta, en la que Zweig narra como Virata, un hombre virtuoso y juez admirado de un imaginario reino oriental, descubre el valor absoluto de la vida y la incapacidad del hombre, para realizar, con legitimidad, cualquier acto de justicia. Una bella historia escrita en forma de leyenda oriental que trata sobre la conciencia personal, la justicia, el sufrimiento como camino a la sabiduría y la humildad como requisito para obtener la felicidad. Claramente emparentado con Siddharta, de Hermann Hesse, Los ojos del hermano eterno, de una sobriedad y perfección conmovedoras, es un libro más religioso que el del escritor suizo. Y es que mientras éste termina por salir en defensa de la tranquilidad espiritual, Zweig, en coherencia con su ideario humanístico, apuesta por la humildad como camino de perfección y por la entrega al prójimo como el máximo de la moralidad: un hombre ante su conciencia, una conciencia ante el mundo.
Viajero infatigable, traductor, poeta, novelista, biógrafo y ensayista, La obra de Stefan Zweig tiene las más diversas facetas y revela un gran conocimiento del corazón humano. Bajo el título de Calidoscopio reunió Stefan Zweig una serie de narraciones cortas, algunas de las cuales se han editado en volúmenes separados. En las novelas y cuentos recogidos en Calidoscopio, el interés galopante de la narración impide al lector dejar de de leer hasta el final de la narración. Zweig es un narrador insuperable por la intensidad con que marca las situaciones y por la perfección con que labra, cual un escultor, a sus personajes.
Sea cual fuere la historia de María Estuardo (la verdadera jamás la sabremos), el libro de Stefan Zweig tiene derecho a que se le considere como una de las más brillantes suposiciones de la verdad, y es una proeza asombrosa imaginar a esta figura hundida en la más negra culpabilidad, para elevarla después sobre un pedestal de nuestra simpatía y compasión. Su figura casi rivaliza con Napoleón en cuanto a la atracción que ofrece a los biógrafos. Tal vez no haya habido mujer alguna en el mundo que haya sido descrita de formas tan divergentes como María Estuardo. María Estuardo, reina de Escocia, es una de esas figuras misteriosas y atrayentes cuya vida continúa aún hoy siendo polémica.