El mayor momento de la historia, así como hay un gran momento en cada vida, fue la aparición del geómetra Tales, que renace en cada generación de escolares. Hasta entonces la humanidad no había hecho más que sentir y conjeturar; desde el momento en que Tales inventó la geometría, empezó a saber. Tal revolución, la primera de las revoluciones, destruyó el imperio de los sacerdotes. ¿Pero cómo lo destruyó? ¿Qué nos dejó en su lugar? ¿Acaso nos concedió ese otro mundo, el reino del pensamiento verdadero que los hombres siempre presintieron a través de tantas supersticiones insensatas? ¿Reemplazó a los sacerdotes tiránicos, que reinaban gracias a los prestigios de la religión, por verdaderos sacerdotes que ejercieran una autoridad legítima porque verdaderamente habían entrado en el mundo inteligible? ¿Debemos someternos ciegamente a los sabios que miran por nosotros, como nos sometíamos ciegamente a los sacerdotes igualmente ciegos, si la falta de talento o de ocio nos impide entrar en sus filas? ¿O acaso aquella revolución reemplazó la desigualdad por la igualdad, enseñándonos que el reino del pensamiento puro es el mismo mundo sensible, que el conocimiento casi divino que han presentido las religiones no es sino una quimera, o más bien que no es otra cosa que el pensamiento común? Nada es más difícil de saber, y al mismo tiempo nada es más importante para cualquier hombre. Porque se trata nada menos que de saber si debo someter la conducción de mi vida a la autoridad de los sabios o sólo a las luces de mi propia razón; o más bien, dado que únicamente a mí me corresponde decidir sobre esta cuestión, si la ciencia me traerá la libertad o unas cadenas legítimas.
«Escritos en Londres y últimas cartas» recoge algunos de los textos que fueron escritos por Simone Weil en el último periodo de su vida, en la misma época que «Echar raíces», las «Notas escritas en Londres» (publicadas en «El conocimiento sobrenatural»), «La fuente griega» y «¿Hay una doctrina marxista?» (incluido en «Opresión y Libertad»). La gran parte de ellos son estudios redactados para los servicios de la Francia Libre y se refieren a la reorganización de su país tras la Segunda Guerra Mundial. Las cartas enviadas a sus padres están escritas desde el hospital donde fue ingresada. A estos estudios se unen fragmentos escritos en la misma época y que pertenecen en general al mismo tipo de reflexiones. Asimismo se añaden documentos que aclaran las circunstancias en las que Simone Weil dio forma a sus últimos pensamientos y otros textos de carácter más personal: las «Últimas cartas». Las tres primeras cartas a Maurice Schumann y el «Proyecto de una formación de enfermeras de primera línea», enviadas desde Nueva York, antes de la llegada a Inglaterra de Simone Weil, contribuyen a hacer comprender a qué meta quería llegar y cuál era su estado espiritual. Las últimas cartas enviadas a sus padres están escritas desde el hospital donde fue ingresada en abril de 1943, aquejada de tuberculosis, enfermedad en la que recayó por la pesadumbre de no poder tener una misión activa en Francia. Libros relacionados: «A la espera de Dios» de Simone Weil(2000) 4ª edición «La gravedad y la gracia» de Simone Weil (1998) 2ª edición «Pensamientos desordenados» de Simone Weil (1995) «Echar raíces» de Simone Weil (1996) «Carta a un religioso» de Simone Weil (1998) «Vida de Simone Weil» de Simone Pètrement (1977)
Entre 1933 y los últimos meses de su vida, Simone Weil fue anotando en once cuadernos de tipo escolar y de parecidas dimensiones todo cuanto ocupaba su vida mental, ya fueran reflexiones al hilo de lecturas, citas, desarrollos de ideas en marcha, ya simples ejercicios de traducción (sobre todo de textos griegos e hindúes, etc.) o elaborados cálculos matemáticos, ya, en fin, meditaciones de carácter íntimo, a propósito del amor, de la amistad y de sus experiencias místicas, o intuiciones de un momento que al instante siguiente se convertían en fecundos y originales conceptos que han atraído la atención del mundo sobre su figura. Estos once «Cuadernos», conocidos también como los «Cuadernos de Marsella», que Simone Weil entregó a Gustave Thibon en la primavera de 1942 antes de abandonar Francia, podrían haber sido el origen de numerosos escritos, pero en su forma actual son abruptos y fragmentarios, pudiendo ser leídos como si se tratase de su obra completa en bruto, introduciéndonos de lleno en el interior de una meditación incesante, permitiéndonos atisbar la riqueza y complejidad del pensamiento y de los intereses de esta singular filósofa. Estamos ante el taller de la mayor pensadora del amor y la desgracia del siglo XX, en el rincón donde se recoge la última mística sin religión adscrita, en el laboratorio donde se nos descubren todas las raíces de su saber que se hincan en las civilizaciones pasadas y presentes, y beben de disciplinas como la física cuántica, la literatura popular o la filosofía de las religiones, alimentada por una febril curiosidad enciclopédica. Dada su naturaleza, estas páginas están lejos de poseer la perfección formal de una obra literaria completamente pulida en todo sus pormenores. Tienen la vibración de lo que está hirviendo. Sus formulaciones están realizadas de un sólo trazo. Son apuntes inmediatos sobre los que la autora no volvía y dejaba, pues, sin corregir. Pero el precio que se paga en repeticiones o en construcciones a veces complicadas o elípticas, o en alusiones enigmáticas, se gana en viveza y espontaneidad. La lectura de los «Cuadernos» supone participar en el intenso proceso de creación de uno de los pensamientos más audaces y necesarios de nuestro tiempo.
Este libro ha sido elaborado con el contenido de los últimos cuadernos de Simone Weil. Se trata en su mayor parte de pensamientos, esbozos de obras, notas de lectura y también algunas bibliografías y citas. Hay siete cuadernos y una libreta. Los cuadernos corresponden al período que va desde la salida de Marsella hacia Marruecos, el 17 de mayo de 1942, a la salida de Estados Unidos hacia Inglaterra el 10 de noviembre de 1942. Durante ese tiempo, Simone Weil había pasado algo más de dos semanas en el campamento de Ain Seba, cerca de Casablanca, embarcándose luego para Nueva York, adonde llegó a finales de junio de 1942. La libreta data de su estancia en Inglaterra, principalmente en Londres, y llega hasta los últimos momentos de la vida de Simone Weil: el final está escrito a lápiz. Se sabe que Simone Weil murió el 24 de agosto de 1943 en el sanatorio de Ashford (Kent), adonde había sido llevada unos días antes.